El ladron de orquideas

Un Dr. Pepper, por favor

El sabado acudía a unas de esas divertidas fiestas en casa de alguién que conoces pero que también va mucha gente a la que no has visto nunca.

Hete aquí mi suerte que entre ellos se encontraban una panda de mejicanos treintañeros cursando doctorados, basicamente la definición de progre-buenrollista-concienciado en cualquier diccionario.

Se dedicaron a hablar de política,a demostrar los buenos que somos todos, lo malo que era Aznar, lo malo que es Bush, y todos se sentian estupendamente con ellos mismo. La fiesta la podía haber patrocinado el grupo prisa perfectamente.

Mi educación esta fuera de toda duda, pero el efecto del futbol (que tenía puesto sin sonido) y los botellines de cerveza hicieron que no me pudiese reprimir ante la sarta de obviedades que estaban diciendo y clamase por la vuelta de un sistema feudal, de los autos de fe (que eran un autentico exito de público), las cruzadas y un poco de teología y geometría en este mundo.

Una autentica pena que a pesar de tan modernos y concienciados no tuviesen un minimo sentido del humor y se sintiesen muy ofendidos. Sin embargo quedaron tan abrumado por mi aplastante visión del mundo que no se atrevieron a contradecirme, ni a volver a dirigirme la palabra en toda la noche

Putos buenrollistas de los cojones.